Cuando el gran Mitra despertó, lo primero que distinguió fue el techo de una cueva. ¿Dónde se hallaba su amado y protector rey Sol? Yacía de espaldas, dolorido, confuso, esforzándose por recuperar lo último que había registrado su memoria. Se le sucedían las imágenes hasta marearle, como si cabalgase sobre un potro desbocado ¡Basta! ¡Qué me está sucediendo! ¡Basta ya! ¡Por todos los dioses!
No acertó a decir una frase más y agonizante se desmayó por segunda vez. Le era imposible recordar el incidente que le llevó a semejante trance: la violenta lucha que había librado con el toro primitivo cuando éste pastaba en su montaña. Después de trepar a una imponente roca, Mitra saltó como un felino y asió al toro por los cuernos. La bestia se vio sorprendida mas no sería presa fácil y al momento emprendió vertiginoso galope. Mitra volaba asido a sus puntiagudas astas, intentando agotar al animal, consciente de que el más mínimo descuido supondría su muerte. Notaba los músculos contraídos, presentando feroz oposición a las sacudidas de la bestia que no desfallecía en su alocada carrera entre los riscos. El bravo toro, mugía, cabeceaba, saltaba, coceaba para librarse de tan peligrosa carga, presintiendo las intenciones de su ilustre jinete. Tal vez fuese el frío cuchillo que portaba en el cinto, lo que le previno de su inminente sacrificio. Mitra, amarrado al animal con encomiable perseverancia, empezó a titubear; llevaba una eternidad de salvaje cabalgadura, sus poderosos antebrazos le ardían, la sangre chorreaba de uno de sus ojos y las náuseas atenazaban su estómago. Aflojó un segundo, quizás ni eso, pero fue lo suficiente para salir despedido por encima del animal. Surcaba los aires a gran velocidad moviendo brazos y piernas ante el inevitable impacto. Y, en efecto, se estampó contra el tronco de un árbol. Intentó recobrar la verticalidad desafiando su maltrecho estado, invocando su cuestionado honor y a su pretendida divinidad. Había sido derrotado e hincó la rodilla en tierra cayendo boca abajo. Su cuerpo lánguido, sangraba profusamente, Mitra aún respiraba.
El toro primigenio, germen de la vida y justo vencedor de tan épica batalla, se acercó a su adversario emitiendo un feroz bramido que resonó a cientos de kilómetros a la redonda. Estaba anunciando el fin del sueño de Mitra y el comienzo de una singular andadura cuyo destino era incierto. El animal, mordió una de sus calzas y arrastró el cuerpo hasta la cueva, al lugar donde según rezaban los escritos sagrados habría de ser sacrificado por Mitra. Sí, estaba escrito que éste le clavaría su cuchillo en el costado; estaba escrito que de su columna vertebral manaría trigo, vino de su sangre y su semen sería purificado por la luna. Pero el escenario había cambiado. Mitra apuraba sus últimos instantes de vida como un mortal más mientras que el toro primigenio, con las patas delanteras sobre él, se erigía majestuoso sabedor de que un nuevo futuro aguardaba a la humanidad.
May 30, 2011 @ 12:32:42
Bueno ¡ Un relato interesante fuera de lo común…, en mi viaje por la montaña encontré una cueva, allí por un instante deje volar la imaginación…, tú le pusiste todos los ingredientes para lograr un relato quizás mitológico ¡
Un abrazo
C.
PD:
Borges:
Tanta soledad sólo puede ser sostenida por Asterión mediante la fe. Esto es, la esperanza segura de que algún día llegará su redentor, quien se levantará sobre el polvo y lo llevará a “un lugar con menos galerías y menos puertas”. Tal vez por eso, concluye Borges, en boca de Teseo, la siguiente reflexión:
– ¿Lo creerás, Ariadna? – dijo Teseo – el Minotauro apenas se defendió.
May 30, 2011 @ 15:11:10
¡Qué grandes tus reflexiones y tus comentarios! Efectivamente proviene de un texto de la mitología prerromana: el Dios Mitra y su lucha con el toro primigenio.
Un fuerte abrazo.Raf
May 30, 2011 @ 17:11:47
Uhm… pobre Mitra… le abandonó el sol.
Me ha gustado el relato y la escenificación del toro primigenio..
Besos.
🙂
May 30, 2011 @ 18:32:56
Le abandonó todo, hasta su supuesta divinidad. Nadie es perfecto.
Besos. Raf
May 30, 2011 @ 22:03:40
Interesante relato, aunque el destino se diga escrito puede cambiar, en el último momento.
Los escenarios cambian, y esto puede ser alentador!!, sabes que? me vino a la mente cierta personalidad de mi país (Venezuela).
Un abrazo.
May 31, 2011 @ 08:43:34
Es una especie de fábula mitológica que nos muestra la capacidad de cambio pese a los obstáculos que puedan saltar a nuestro paso. Nada está escrito.
Un beso. Raf
May 31, 2011 @ 09:57:54
Nada está escrito, quizás los aspectos importantes sí. Pero el día a día, las cosas insignificantes que pueden cambiar el rumbo de nuestra existencia, son producto de nuestras decisiones.
Chao
Ana
May 31, 2011 @ 10:15:57
Estoy contigo. Por eso la lucha cotidiana por nosotros, por los nuestros y por lo que más nos importa se hace indispensable.
Besos. Raf
May 31, 2011 @ 11:36:06
Somos nosotros los que decidimos donde queremos estar, independientemente de las circunstancias. Muchas veces para justificar nuestra pasividad echamos mano de la adversidad, de los contratiempos, cuando son ellos los que más nos ayudan a forjarnos. El toro obtuvo la victoria que se merecía.
No obstante, hay cosas que ya están fijadas de antemano y que no podemos cambiar: la muerte, el día y la hora. No entiendo que ahora, ante cualquier accidente, todos busquen abogado y pleiteen. Antes no ocurría y no por ignorancia, sino porque se sabía que el hombre, por mucho que se endiosara, caminaba hacia la muerte y ésta se aceptaba con naturalidad; hoy, en cambio, no se acepta, lo cual no deja de ser una necedad.
May 31, 2011 @ 11:53:21
Aceptar el final de nuestra vida es difícil aunque indiscutible y estoy contigo en que se vuelve necedad cuando te niegas a aceptarlo. No tiene sentido.
Lo que no tengo tan claro es qué final me espera, con quien lo compartiré, en qué momento sucederá y la verdad es que tampoco me quita el sueño ya que tengo mucho en lo que pensar, mucho que hacer y mucho por disfrutar.
Besos. Raf
Jun 01, 2011 @ 08:37:59
Me pregunto qué supondría un cambio así para la humanidad.
Desde luego, nada está escrito en las estrellas, eso lo tengo claro. Si hay algo escrito, lo hemos escrito nosotros, lo que significa que puede estar equivocado.
Interesante historia. El contexto mitológico clásico le añade valor.
Saludos.
Jun 01, 2011 @ 10:28:37
Gracias Alan, comparto tu opinión. Podemos labrarnos el futuro que queramos y cambiarlo una y otra vez.
Un saludo. Raf
Jun 01, 2011 @ 10:20:42
Relato desde luego nada usual. Me gusta por ser diferente.
Y, sí es cierto, las cosas siempre se pueden cambiar aunque sea con pequeños detalles.
Jun 01, 2011 @ 17:48:15
Pues claro que es perfecto lo ha escrito mi papá.
Un beso de Andrea
Jun 01, 2011 @ 21:58:10
Aditi fue al encuentro de su hijo, al ver su cara ensangrentada la baño con sus lágrimas.
El toro no pudo luchar contra el llanto de una madre.
Estupendo relato.
Un abrazo
Jun 02, 2011 @ 07:46:32
Ni la madre de todos los dioses puede luchar contra los elementos. Aunque supongo que sí podría cambiar determinadas.
Un beso. Raf
Jun 08, 2011 @ 21:24:56
Le ha salido la burra mal capada.
Una original historia mitológica y escrita con fluidez.
Un abrazo.
Jun 09, 2011 @ 07:43:17
Las tornas han cambiado por una vez y el matador ha sido la víctima.
Un beso. Raf
Jun 29, 2011 @ 10:34:29
Qué intenso! Se agarrotan los músculos del cuerpo imaginándotelo a medida que vas leyendo. Muy bueno.
El destino, el destino…. está en constante evolución!!!!
Abraxxxos.
Jun 29, 2011 @ 12:36:18
Esperemos que siempre evoluciones a mejor. Muchas gracias. Rafa