Nuestro hombre, en su oscura desesperación, se inclina sobre la barandilla del balcón del vigésimo quinto piso, decidiendo si habrá más capítulos en su vida. Sopla un gélido mistral que le hace abrazarse con fuerza a su raído Privata amarillo; se le alborota el cabello, aún suficiente para ocultar sus prominentes entradas. El rostro muestra las arrugas del sufrimiento; sus fogosos ojos verdes con el Sol mudan al turquesa pálido y una diminuta mancha, como una gotita de miel, adorna el izquierdo. Abril, su hija, la conoce de sobra y la observa con gran admiración. De la misma forma, escruta la rosada cicatriz que parte de la comisura de los labios hasta la oreja. Abril no puede resistirse y la acaricia con su dedo índice de arriba a abajo – Papi, eres tan guapo, quiero que te cases conmigo. Él, por un instante, deja de compadecerse y se siente crecer henchido de orgullo; – Cariño soy mucho mayor que tú, no tengas prisa por encontrar a tu príncipe azul. Ella se abraza a las piernas de su padre cuyos pensamientos vuelven a alejarse de allí. Con medio siglo a sus espaldas, viaja a la velocidad de la luz, hasta lo más recóndito de su pasado. Se observa trabajando en la biblioteca del barrio, con dieciocho años recién cumplidos, poco después de abandonar los estudios pese a la oposición de sus padres. Aquélla fue una difícil decisión de la que jamás se arrepentiría. Clasificaba, seleccionaba, leía, limpiaba, escribía, devoraba toda suerte de libros con absoluta exquisitez y pulcritud. Su biblioteca, se convirtió en la obsesión soñada, en un verdadero hogar. Gracias a ella pudo alejarse de una mediocridad que le cercaba y viajar entre renglones y frases, como un forajido, consciente de la fugacidad de la existencia y del escaso tiempo del que disponía. – ¡No podré leerlo todo, maldita sea! Éste sería su sino, hasta que un día como cualquier otro día, alguien se fijó en él. Ella. Ella que dirigía una modesta editorial le ofreció trabajo. Él. Él no tuvo ninguna duda y aceptó al momento.
Recuerdos, sólo le han quedado los recuerdos. El amor por su mujer y compañera, por las mágicas palabras de los libros, cuánto los echaba de menos. Es incapaz de asumir que ya no puede disfrutar ni de ella, ni de ellos, que no le queda valor ni para escribir. Se cree merecedor de la penitencia que padece, por ese aciago segundo que desgarró su futuro, por el descuido en una carretera sin nombre. Se maldice a diario. Está sentado a solas en su habitación, lo hace todas las tardes; percibiendo el olor de las hojas, acariciándolas, palpando el existencialismo de Camus, el terror de Poe, el realismo de Galdós, hasta que le invade la melancolía y llora de impotencia. En esas ocasiones Abril acude presurosa –es lo único que le mantiene vivo– enciende la luz y empieza a leer para él. Juntos, cómplices, recuperan los mundos que recorrió durante tantos años cuando aún podía ver.
May 15, 2011 @ 17:35:21
Es relato tierno y conmovedor, aunque triste.
Entre los recuerdos le queda la presencia real de Abril que, siempre estará allí para ayudarle en los momentos de decaimiento.
Tendrá que procurar no ser una carga para Abril y aprender el método braille. Este es un consejo, que doy al protagonista, a pie de página.
Un abrazo
May 15, 2011 @ 17:39:33
Braille y Abril son sus dos únicas esperanzas, quizás más esta última. Vivirá sólo por ella y para ella.
Besos.
May 15, 2011 @ 18:51:07
Lo superará. Es duro, pero podrá con ello. Si su vida es la lectura, leerá. Incluso podría escribir, si quisiera. Hoy los avances son espectaculares, y conserva intacto el amor.
Saludos.
May 16, 2011 @ 14:53:52
Los superará por ella, sólo por ella. él apenas tiene fuerzas para reincorporarse a la vida.
Un saludo. Raf
May 15, 2011 @ 21:02:07
Muy buen relato, buenísimo, triste…
Me gusto amigo, toca, a veces la realidad.
Te felicito por todo el vocabulario que utilizas al escribir, justo y embellecedor…
Un abrazo
C.
May 16, 2011 @ 12:42:20
Me gusto mucho el relato, magnifico, además tu vocabulario es muy rico en palabras…
Para mi es importante leerte, siempre aprendo un poco más…
Aquí del otro lado del mundo hay muchas palabras que obviamos, a veces deformamos…
Un abrazo sincero
C.
May 16, 2011 @ 14:58:54
Me halagas C. Hay momentos en que al sentarme me llegan oleadas de tristeza, sin ningún motivo aparente, que me hacen escribir de una forma un tanto desoladora. me nos mal que al leerte, descubro una perspectiva bastante más halagüeña de la vida y en ese momento intento cambiar de tercio.
Saludos.
May 16, 2011 @ 13:11:43
Nadie merece una penitencia semejante, nadie. La verdad es que la mayor parte de los males que padecemos vienen de nosotros. Espero que este caballero pueda librarse de la culpa y seguir adelante. Abril, qué dulce nombre para una niña.
May 16, 2011 @ 15:02:07
Si te crees culpable, aunque no lo seas, si te compadeces tanto como mi personaje es difícil salir de esa órbita de autodestrucción. Tan solo un ángel puede salvarle, y éste es Abril.
Besos. Raf
May 16, 2011 @ 15:53:35
Abril había crecido, y cada atardecer, se acomodaba a los pies de su padre, el de ojos arcoiris con la mirada en el infinito, y empieza a leer una historia, cual Sherezade; y en el rostro de él, asoma una sonrisa suave, porque sabe que tiene a su angel particular, al guradian de su serenidad.
Uhm.. me ha encantado el relato.. respira tristeza, al tiempo que esperanza.
🙂
May 16, 2011 @ 18:21:08
Esa podría ser una estupenda continuación. Pero el hecho de que Abril no sea capaz de abandonarle, supondrá un gran problema para su padre. Él, profundamente entristecido por su eterna culpabilidad, no puede consentir que Abril desperdicie sus días de esa forma. Quizás tome medidas desesperadas y …
Besos. Raf
May 17, 2011 @ 05:16:27
Abril, es tan dulce y cariñosa, que compatibiliza su vida, y además, su padre está en ella, que es donde se apoya cuando quiere sentir seguridad. Ella no tiene muy claro que sea ella quien lo cuida… piensa, que es él quien la sigue cuidando con esmero.
🙂
May 17, 2011 @ 16:33:00
Si con ello Abril es feliz, no seré yo quien se lo impida.
Muchos besos.
May 17, 2011 @ 06:52:45
Es una historia luctuosa contada, quizá, con cierto dinamismo poético y un lenguaje ilustrado. Enhorabuena. Bss
May 17, 2011 @ 16:36:02
Pero a pesar de su tono lúgubre alberga cierta dosis de esperanza.
Besos. Raf
May 17, 2011 @ 09:50:55
Y mientras Abril esté, siempre le quedará un motivo para seguir recordando sus libros, su amor, su vida pasada, pero también para vivir la vida presente junto a su hija.
Chao
Ana
May 17, 2011 @ 16:37:07
Espero que eso sea suficiente para él y no cometa ninguna tontería. Abril le adora.
Saludos. Raf
May 17, 2011 @ 16:29:55
Que belleza esta entrada… plantea esa tristeza que en algun momento sentimos por haber perdido algún amor, en este caso Ella, los libros, la vista… y la fuerza que nos devuelve a la vida, para él: Abril.
Me parece que de algún modo nos debatimos entre ambos sentimientos, al menos yo lo siento así.
Ojala este hombre no pierda de perspectiva a esta dulce niña y lo grande que es para ella.
Un abrazo.
May 17, 2011 @ 16:43:40
Es verdad Flori, ahora lo veo más claro. Ambos se necesitan, saben que son parte de una extraordinaria historia cuyo final sólo está en sus manos y en las mías.
Raf.
May 17, 2011 @ 22:07:32
Digo yo que si Abril le adora será por algo, ¿no? Vaya, no creo que la chica sea tonta y le adore «porque sí».
May 18, 2011 @ 10:05:53
Simplemente porque es su padre y sabe el sufrimiento que padece.
Bienvenido.
Raf. Me gustó mucho lo que escribiste acerca de Pink Floyd.
May 20, 2011 @ 17:28:14
Gracias Raf! Entre otras cosas, el texto era mi pequeño homenaje a esa grandísima banda.
May 22, 2011 @ 00:02:22
Creo que lo peor de la vida no es que te castiguen, sino el autocastigo. Por eso Abril es tan importante para ayudarle a sanar, pues las cicatrices del alma sólo pueden curarse a base de amor.
La espontaneidad de Abril al tocarle las cicatrices… es como si quisiera decirle que no importa lo que haya pasado tiempo atrás; ella siempre estará a su lado para cuidarle porque le quiere.
Me ha gustado mucho, especialmente las descripciones y la variedad del vocabulario. Enhorabuena!
Un beso!
May 23, 2011 @ 17:45:51
Me halagas, me ha costado mucho darle forma, no quería ser demasiado brutal aunque tampoco empalagoso.
Un beso. Raf
May 24, 2011 @ 13:14:30
El otro día hablando con Charles me dijo que tenías un blog, así es que aquí estoy, tendré que ponerme al día desde el primer relato pero será un placer.
Me ha encantado el relato, muy conmovedor, es duro y trágico pero a la vez me parece infinitamente tierno, sobre todo por el amor tan grande de Abril, que le cuidará, sin duda, hasta el final de sus días, no sólo no le sentirá una carga, sino que lo hará con cierto orgullo, y aunque el dolor nunca desaparece por completo, se va atenuando con el pasar de los años, sólo espero que el tiempo vaya cicatrizando las heridas internas y él también pueda verlo así.
May 24, 2011 @ 18:22:41
Agradezco tu visita y por supuesto tan atinado comentario. Lo que no tengo «nada claro» es si la relación padre-hija llegaría a buen puerto. La situación es demasiado trágica.
Muchos besos. Raf
May 30, 2011 @ 10:53:04
Un escrito triste sin duda pero lleno de ternura, de recuerdos. El azar existencial que nos fustiga o nos agasaja. Me ha gustado como has planteado la relación del protagonista con los libros que le llevan al amor y a su vez son su arca de Noé en momentos de zozobra.
Un abrazo,
May 30, 2011 @ 12:12:18
Agradezco tus agudos comentarios con los que, por otra parte, también se podría construir un interesante relato.
Un beso. Raf
May 30, 2011 @ 21:08:12
Enhorabuena por este relato. De lo mejor que he leído. Conmovedor y con un gran final.
P.D.: sospechosísimo el Privata amarillo.
May 31, 2011 @ 08:53:44
Canta mucho el privata, ¿verdad? Yo tuve uno así y lo perdí en una pseudohistoria de amor. Gracias por tus palabras.
Un saludo. Raf.
Jun 08, 2011 @ 16:31:46
No sé si desde esos trances se puede rehacer una vida. Pero si no despega, lo que no puede hacer es aferrarse y esclavizar una vida… sería otra vez culpable.
Como siempre, está bien escrito.
Un beso..
.
Jun 08, 2011 @ 21:51:06
Tienes toda la razón podría volver a sentirse culpable. La visa es caprichosa.
Un beso. Raf